La quinua como cualquier otra planta es sensible a la competencia por malezas, sobre todo en los primeros estadios, por ello se recomienda efectuar deshierbas tempranas para evitar, competencia por agua, nutrientes, luz y espacio, así como presencia de plagas y enfermedades por actuar como agentes hospederos, lo cual repercutirá en el futuro potencial productivo y calidad de la semilla de quinua.
Foto. 6 Deshierba manual en Puno, Peru (S.-E. Jacobsen)
La incidencia de malezas dependerá del tipo de rotación efectuada, así como también de los controles realizados en el cultivo anterior. En costa se recomienda efectuar una eliminación previa de malezas por su carácter invasor, para ello se riega el terreno con unos 15-20 días antes de la siembra, para facilitar la germinación de las semillas de malezas, luego una vez emergidas se pasa una rastra cruzada para eliminar las malezas y exponer sus raíces a los rayos solares. Con lo que se consigue menor incidencia y fácil control cuando el cultivo esta establecido.
El número de deshierbas depende de la incidencia y tipo de malezas presentes en el cultivo. En general se recomienda efectuar dos deshierbas durante el ciclo vegetativo de la quinua, uno cuando las plántulas tengan un tamaño de 15 cm o cuando hayan transcurrido 30 días después de la emergencia, y el segundo antes de la floración o cuando hayan transcurrido 90 días después de la siembra. Esta operación puede efectuarse en forma manual o mecanizada, en casos de siembras extensivas definitivamente los controles mecanizados son los más recomendados por la menor cantidad de uso de mano de obra. Para ello se emplea cultivadoras de dos o tres rejas, lo cual también permitirá hacer un pequeño aporque que facilitará el sostenimiento de la planta y al mismo tiempo el tapado del fertilizante complementario colocado al pie de la planta.
En general no se recomienda utilizar control químico de las malezas, no solo por ser muy sensible a ellos, sino que también son productos tóxicos y residuales que no solo dañan el suelo sino la ecología y medio ambiente.
Las principales malezas que infestan los campos cultivados de quinua son (Mujica, 1997):
Amor seco o Chiriro (Bidens pilosa)
Mishico (Bidens andicola)
Trébol carretilla (Medicago hispida)
Cebadilla, Socclla (Bromus uniloides, B. catharticus Vahl., B. inermis Leyss)
K’cacho, pasto (Poa annua L.)
Auja Auja (Erodium cicutarum L.)
Aracpapa o Ap’haru (Solanum acaule L.)
Kikuyo (Pennisetum clandestinum Hochst.)
Kora o Ruppu (Malvastrum capitatum Saret.)
Trebol Layo (Trifolium amabile H.B.K.)
Chiqchipa (Tagetes mandonii)
Ayara (Chenopodium quinoa var. melanospermum)
Mostaza o nabo (Brassica campestris L.)
Pasto o Grama salada o Chiji (en suelos salinos) (Distichlis humulis Phil.)
Pasto o Kemillo (en suelos húmedos) (Eleocharis albibracteata)
Bolsa de pastor (Capsella bursa- pastoris)
En la costa existen malezas endémicas que infestan en forma agresiva a la quinua entre estas tenemos:
Pata de pajarito (Eleusina indica)
Rábano silvestre (Raphanus sativus L.)
Meliloto (Melilotus oficinalis)
Atacco o Amaranto silvestre o Bledo (Amaranthus hibridus L.)
Quinua silvestre o hierba de gallinazo (Chenopodium album L.)
Mata conejo (Lepidium chichicara )
Coquito (Cyperus ferax L.C. Rich)
Cola de Raton (Hordeum muticum Presl.)
Moco de pavo (Paspalum notatum)
Verdolaga (Portulaca oleracea)
Grama dulce (Cynodon dactylon)
Los aporques son necesarios para sostener la planta sobre todo en los valles interandinos donde la quinua crece en forma bastante exuberante y requiere acumulación de tierra para mantenerse de pie y sostener las enormes panojas que se desarrollan, evitando de este modo el tumbado o vuelco de las plantas. Asímismo le permite resistir los fuertes embates de los vientos sobre todo en las zonas ventosas y de fuertes corrientes de aire. Generalmente se recomienda un buen aporque antes de la floración y junto a la fertilización complementaria, lo que le permitirá un mayor enraizamiento y por lo tanto mayor sostenibilidad.
RIEGOS
La quinua en la zona andina es cultivada solamente con las precipitaciones pluviales y en forma excepcional se utiliza riego el cual constituye un elemento complementario con la finalidad de suministrar humedad en épocas de sequía prolongada o para adelantar las siembras, y solo en los lugares donde se dispone de fuentes de agua. Estos son generalmente ligeros y bajo el sistema rodado o por gravedad, en los valles interandinos donde se efectúa el trasplante, es necesario y forzoso utilizar el riego después del transplante y cuando lo requiera la planta, ya que en este sistema va asociado al maíz y recibe el agua en la misma oportunidad que el cultivo principal.
Trabajos de investigación efectuados para determinar los valores del consumo de agua llamado también uso consuntivo, usando el método Blaney-Criddle en el altiplano peruano indican, que la quinua requiere de 285 mm para un período de 150 días, debiendo ser la dotación de riego de 569 mm, asumiendo una eficiencia de aplicación del 50%, mientras que por el método de lisímetros es de 304 mm para un período de 150 días siendo el coeficiente "K" en promedio 0.5 (Silva, 1978), mientras que en el altiplano boliviano se encontró que el uso consuntivo para la quinua es de 519 mm por el método Blaney-Criddle y de 523 mm por lisímetros para un período de 185 días, mientras que por el método Hargreaves el uso consuntivo alcanza a 504 mm (Morales, 1976).
Sin embargo se concluye que el método de lisímetros es más informativo que los otros métodos. En el altiplano central de Bolivia, la evapotranspiración máxima del cultivo de la quinua, medida también por lisimetría, fue de 3.64 mm/día (promedio estacional), alcanzando sus valores más altos durante la floración e inicio de grano lechoso y siendo la acumulada de 488 mm en 134 días. La evapotranspiración potencial promedio anual, según la fórmula de Penman, fue de 3.4 mm/día con su equivalente a 1241mm/año, siendo el coeficiente de cultivo (Kc) de 0.87 en promedio estacional (Choquecallata et al., 1991).
En costa se utiliza riegos presurizados por aspersión y por goteo dando muy buenos resultados. En el caso de riegos por aspersión es necesario una frecuencia de 2 horas cada seis días, recomendándose efectuar en las mañanas muy temprano o cerca al atardecer para evitar perdidas por evapotranspiración y traslado de las partículas de agua a otros lugares fuera del cultivo por efectos de los fuertes vientos (Cardenas, 1999). En caso de riego por goteo se debe efectuar siembras a dos hileras para aprovechar mejor las cintas conductoras de agua y del número de goteros a utilizarse.
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