Una revolucionaria propuesta para mejorar la producción de quinua en tierras áridas del altiplano boliviano nos llevó a conversar con Cesín Curi, coordinador del proyecto “Alianza Quinua” del Centro de Promoción de Tecnologías Sostenibles (CPTS).
Página Siete.- ¿Cuál es la labor del CPTS en el campo de la quinua?
Nosotros desarrollamos tecnología. También hemos diagnósticado la producción en cinco empresas de beneficiado (procesado desde el grano del campo de cultivo hasta el grano comestible, listo para su exportación). En esto comprobamos que muchas de las técnicas desarrolladas son adaptadas de la producción de otros productos, como el arroz.
Este beneficiado, que es limpiar el producto, clasificarlo y varios otros pasos, se mostraba como el cuello de botella para el incremento de las exportaciones. Así, la CPTS inició la investigación para mejorar el beneficiado.
Hoy tenemos siete líneas o empresas de beneficiado funcionando y hasta fin de año se instalarán otras cinco, con tecnología desarrollada por nuestra ONG.
Esto representa una capacidad elevada de procesamiento, pues cada línea de beneficiado puede generar anualmente 2.500 toneladas del producto terminado. Hace una década nuestra exportación apenas rondaba las 2.000 toneladas anuales.
Actualmente el 73% de las exportaciones bolivianas que pasan los 63 millones de dólares se realizan con nuestra tecnología.
La quinua tiene hoy un peso significativo, es un negocio que puede transformar el occidente del país y resolver los problemas económicos con un alto impacto.
Página Siete.- ¿Qué sucede en el área del cultivo, pues las estadísticas reflejan que Perú, con menos hectáreas que Bolivia, produce mucho más quinua?
De las 33.000 toneladas producidas en Bolivia el 2011, se han exportado 20.000 con certificación orgánica; de las otras 13.000 se desconoce su paradero. Y puedo asegurar que no es autoconsumo.
Una evaluación de la CPTS nos indica que unas 11.000 toneladas se van vía contrabando al Perú, donde la quinua real tiene un precio competitivo internacionalmente. Una otra explicación, que maneja Perú es que tienen un rendimiento mayor que el boliviano.
Página Siete.- ¿En una entrevista anterior con un experto coreano, se mencionaba que otra de las falencias en Bolivia es la calidad de la siembra, es así?
Así es, pero allí hablamos de tierras fértiles. En comparación con el Perú, nuestras tierras son más áridas que las peruanas, pero al mismo tiempo tenemos mayores extensiones. Todo el altiplano son 16,5 millones de hectáreas, sin tomar en cuenta las cordilleras. De este total en el altiplano, siete millones de hectáreas, más o menos, están ocupados por salares, cuerpos de agua y montañas, que no son útiles para nada, salvo minería. Existe un millón y medio de hectáreas relativamente fértiles y la mitad están en el altiplano norte, cerca del lago Titicaca. La otra mitad están entre Oruro y Potosí.
De esas aproximadamente 750 mil hectáreas, unas 250 mil han sido intervenidas para el cultivo de quinua y hoy están en producción unas 60.000 hectáreas. Del resto no se conoce detalles, pues no hay estadísticas confiables, pueden estar en “descanso”, aunque nosotros hemos visto muchas tierras abandonadas.
La otra mitad, es decir unos ocho millones, son tierras áridas, que no se utilizan para nada.
Es en las escasas tierras fértiles, donde hoy se tienen campos naturales de pastoreo, bofedales, humedales y tierras de cultivo tradicional como papa, oca y donde también está la quinua.
Página Siete.- ¿Cómo se explica que el cultivo de la quinua vaya a transformar la economía de occidente, como usted dice?
La disyuntiva es seguir usando tierras fértiles -porque la quinua es depredadora de la tierra al absorber todos su nutrientes- o buscar otras alternativas.
Ello ocasiona que muchas tierras que eran fértiles ahora se las esté abandonando, hasta que vuelvan a ser fértiles.
Por ello hemos desarrollado tecnología para ver si es posible producir en las tierras áridas y dejar de usar las tierras fértiles, dejándolas para los cultivos tradicionales y los camélidos.
Nuestra conclusión es que las tierras fértiles no deben ser utilizadas para cultivar la quinua, porque deja agotadas las tierras y el tiempo mínimo de reposición puede ser de siete años.
La quinua es hoy un negocio “de película”, pero de continuar como estamos, vamos a acabar con todas las tierras fértiles. Esto es criminal, porque en el futuro no habrá ni quinua ni cultivo tradicional ni pastoreo.
Página Siete.- ¿Es posible resolver el problema?
Hace seis años hemos comenzado una investigación para desarrollar tecnología que permita producir quinua en condiciones muy competitivas en tierras áridas. Con este planteamiento, la tierra se utiliza como un sustrato inerte. No se necesita que la tierra sea fértil, será productiva pero seguirá siendo árida.
Hemos desarrollado un método para alimentar a la planta, donde la tierra es un sustrato, un apoyo donde la planta se desarrolla. Hemos desarrollado compuestos líquidos para hacer crecer el cultivo. La cosecha también debe ser mecanizada porque es un proyecto grande de unas 500 hectáreas por unidad agrícola. Los paquetes o empresas comunitarias son de 5.000 hectáreas, porque ésa es la limitación que impone la Constitución.
Página Siete.- ¿En qué consiste la tecnología desarrollada?
Se desarrolla un estiércol de fibra corta espacial que sirve no para fertilizar la tierra que es árida, sirve para retener humedad, cuando se pone la enmienda líquida que es una composición de nutrientes orgánicos, preparados con materia prima orgánica.
Como los líquidos pueden insumirse al haber mucha arena, y no dejar nada para la planta, ponemos un soporte de compost que está a base del estiércol y brosa de la quinua de la cosecha del año anterior. Es como ponerle un gel, pero todo orgánico para mantener la certificación orgánica.
Contamos con máquinas tipo fumigadoras de 41 metros de ancho para dosificar las enmiendas y alimentar a las plantas a través de las hojas, mediante rociado, tipo ducha. Allí están los nutrientes.
Ésta es una tecnología boliviana totalmente nueva que nadie la tiene en el mundo.
Página Siete.- ¿Cómo está contemplado el costo de esta producción?
Evidentemente es más cara, pero también los rendimientos son más altos. En los cultivos tradicionales tenemos rendimientos de 600 kilogramos/hectárea, con este sistema se puede producir 1.250 kilogramos/hectárea.
Actualmente contamos con unos cultivos experimentales con este método en una unidad agrícola de 500 hectáreas. La maquinaria la fabricamos en Bolivia, no dependemos de nadie, está canalizada a través de la empresa Complejo Industrial Tecnológico Yanapasiñani (CITY), que son los únicos autorizados para fabricarla, con sus patentes internacionales para proteger la tecnología.
“La quinua es un negocio que puede transformar el occidente, con un alto impacto económico”.
Empresas plurales de 5.000 hectáreas pueden generar $us 5 millones anuales
El planteamiento del subdirector de la CTPS, Cesín Curi, sugiere la creación de empresas comunitarias de economía plural de 5.000 hectáreas, que son las que manda la Constitución, para generar unos cinco millones de dólares anuales.
Este proyecto de cultivo en tierras áridas tiene el objetivo de lograr una producción de un millón de toneladas de quinua anuales en los próximos diez a 15 años, “que es todavía una previsión modesta”, según Curi.
“El valor de la exportación de la quinua alcanza a los 3.000 dólares/tonelada, por lo que estaríamos hablando de 3.000 millones de dólares anuales en exportaciones cuando alcancemos el millón previsto”, sostuvo Curi, enfatizando que los agricultores se quedarían con 2.000 millones de dólares anuales.
“Serían más de 350 mil personas que cambiarían su vida en todo el altiplano, porque en un año estaría entrando más dinero del que ingresó en los últimos 50 años”, manifestó.
Sobre el modelo de negocio o empresa, el especialista indicó que se ha pensado en un plan, conformado por la comunidad en un 50%, un inversor con el 27%, un ejecutor con el 18% y la empresa de beneficiado con 5%.
“La comunidad debe poner 5.000 hectáreas de tierras áridas, es decir sin tocar las parcelas pequeñas de la comunidad que siguen con su producción tradicional. El inversor debe poner 7,2 millones de dólares, el ejecutor pone la tecnología y el conocimiento y la empresa de beneficiado asegura el mercado”, explicó.
La empresa se divide en dos bloques de 2.500 hectáreas, el primer bloque opera un año, mientras que el otro está siendo “manejado”.
De este primer bloque, 2.000 hectáreas se destinan al cultivo mientras que 500 para su reforestación y otras exigencias de la certificación orgánica. Esto producirá a 1.250 kilogramos de quinua anuales por hectárea, o sea las 2.500 toneladas por año, con un ingreso de cinco millones de dólares. La primera etapa del trabajo se va devolviendo el capital invertido y la comunidad obtiene ingresos paulatinos que nunca antes había obtenido. Pero este es un paquete (5.000 hectáreas), estamos proyectando montar 400 paquetes o empresas en diez a 15 años, con lo que se podría lograr toda una transformación del altiplano”, concluyó.
HOJA DE VIDA
Las beneficiadoras de quinua de la CTPS producen 2.500 tn/año; hace una década se exportaba 2.000 tn.
De las 33.000 tn producidas en Bolivia el 2011, se exportaron 20.000 el resto salió de contrabando.
Las tierras fértiles no deben usarse para cultivar quinua porque agotan la tierra; reponerlas demora siete años.