Las geógrafas Anaïs Vassas y Geneviève Cortes y el ecólogo Richard Joffré presentaron para el debate las principales conclusiones y resultados de las investigaciones realizadas en el marco del proyecto Equeco (Emergencia de la quinua en el comercio mundial), que se ejecutó desde enero del 2007 y por el periodo de 44 meses.
Equeco es un proyecto de investigación-acción coordinado por Thierry Winkel. Seis institutos de investigación franceses (CIRAD, CNRS, EHESS, INRA, IRD, UM3) se asociaron con la Fundación PIEB (Programa de Investigacion Estratégica en Bolivia) y la ONG francesa AVSF (Agrónomos & Veterinarios sin Fronteras) entre otros. El proyecto tuvo el apoyo de la Agencia Nacional de la Investigación (ANR) francesa por un monto de 398.000 euros.
“El sistema actual de cultivo de la quinua no es tradicional”, afirmó Richard Joffré.
“Hay que buscar un nuevo sistema, nuevas maneras de sembrar, de cosechar, de manejo del cultivo. El conocimiento previo que tenían sobre el sistema tradicional no sirve ahora. Los productores tienen que pensar mucho entre ellos e intercambiar conocimiento”, reflexionó.
La zona donde se cultiva la quinua, en los alrededores del salar de Uyuni, no tiene agua suficiente y las fuertes heladas limitan los cultivos del ciclo productivo en el altiplano. De diciembre a marzo es la época de lluvia y las heladas se inician en abril. Además, la cobertura vegetal, durante varios meses queda al descubierto y enfrenta la erosión eólica, más aún cuando se reducen las barreras naturales y espacios de pastoreo para contar con guano, fertilizante producido por el ganado camélido.
“Hay mantos de 500 hectáreas y ninguna cobertura de thola (vegetación del lugar) y durante el verano hay fuertes vientos. Ahora se siembra en las zonas donde había thola y pastizales. Además se utiliza tractor para cultivar quinua (en la pampa)”, impactando en la delicada cobertura vegetal, explicó.
Hace 10 años se observa que la thola no se ha regenerado y genera problemas para el pastoreo. Joffré manifiesta que se debe pensar en el descanso del terreno donde ahora se cultiva la quinua, pero advierte que se necesitarían 50 años para recuperar las cualidades del suelo.
La quinua se convirtió en los años 80 en un producto dietético, orgánico y equitativo, apreciado en América del Norte y Europa. Durante la investigación, encontraron que los productores están preocupados por la sostenibilidad de su producción. Más aún cuando Japón y Estados Unidos también la cultivan, aunque con menos cualidades del grano de oro real.
Destacó que “los productores de quinua bolivianos se encuentran entre los productores más eficientes en el mundo”. Este boom provocó que numerosos migrantes regresan a sus comunidades de origen en el tiempo de tareas agrícolas, pero no residen de forma permanente en la zona de producción.
Entre 1950 y 2000 se observó un aumento de la producción agrícola y de la frontera agrícola, en las laderas y en la pampa. “Ya no hay más terreno”, advierten en el estudio. Se debe tomar en cuenta el cambio climático para que los ciclos de producción de la quinua formen parte de un sistema integral de cultivo.
Bolivia es líder en la producción
A nivel mundial, Bolivia es el líder de la exportación de quinua y Francia es su primer cliente en Europa. Según datos del proyecto, el mercado de exportación se inició a fines de los años setenta y desde ese momento la dinámica comercial sigue creciendo. Entre 2002 y 2007, el volumen de las exportaciones bolivianas creció cinco veces; y el precio al productor pasó de 890 a 2.100 euros por tonelada entre 2007 y 2008.
Ante este panorama comercial favorable, como paradoja, el proyecto plantea que la producción de quinua se desarrolla en un ambiente frágil donde los suelos están expuestos a sequías, heladas, vientos fuertes y una intensa radiación solar debido a la altura extrema a la que están expuestos los cultivos (escalonados entre los 3.650 y 4.200 msnm).
Agregan que, además, los cultivos de quinua podrían poner en riesgo las bases ecológicas y territoriales del agroecosistema. En esta fuerte dinámica comercial, acompañada por varias transformaciones locales, emergen diversos intentos para renovar las prácticas colectivas de gestión de los recursos locales, destacan los investigadores.
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