miércoles, 17 de abril de 2013

Un éxito real con la quinua

Publicado en El Deber



Sus grandes deseos de salir adelante fueron más fuertes que la soledad y que las carencias económicas que tuvo que padecer durante su niñez y juventud.

Ahora Guadalupe Ramos de Nina, más conocida como doña Lupe, que tuvo que salir de su pueblo a la ciudad para trabajar como empleada doméstica por varios años, hoy es una importante productora de quinua real de Bolivia además de una pujante empresaria de turismo tras crear un hostal, que administra junto a su esposo y sus seis hijos.

Doña Lupe (66) nació en Tawa (población orureña) y desde hace 43 años vive en el cantón Jirira, un pequeño pueblo ubicado en las faldas del volcán Tunupa, entre los salares de Uyuni y Coipasa.
Según relata esta mujer, tras quedar huérfana a los tres años, estuvo bajo el cuidado de uno de sus dos hermanos hasta que cumplió nueve años de edad.

“Recuerdo muy poco, casi nada de mis padres. Solo sé que mi padre fue excombatiente de la Guerra del Chaco. El se llamaba Gabino Ramos Flores y mi madre Toribia Cayo Quispe. Mi hermano me cuidó junto a su familia, de ahí me vi en la necesidad de salir a la ciudad a buscar trabajo”, indica.

Debido a los pocos recursos económicos de su familia, que apenas subsistía con la venta de algunos productos agrícolas, doña Lupe se lamenta de que no pudo concluir sus estudios escolares.

En busca de oportunidades
Su peregrinación en busca de una fuente laboral que la ayude a subsistir empezó en la ciudad de Uyuni, donde, según explica, encontró un trabajo como trabajadora del hogar.

Tras algunos meses trabajando allí, optó por irse a Oruro donde consiguió otro empleo del mismo oficio por cinco años. Después de ese tiempo emigró a Cochabamba para cumplir similar labor.

Buscando mejores oportunidades, se animó a trasladarse a Chile donde también logró obtener trabajo como cocinera y encargada de limpieza en algunas poblaciones de Tocopilla, Antofagasta, Calama y Chuquicamata.

Siempre sonriente y con una rebosante seguridad y optimismo, doña Lupe asegura que no le fue nada difícil encontrar trabajo y que siempre se dio modos para sobrellevar los obstáculos que se le presentaron en el camino.

“El sufrimiento a uno le enseña muchas cosas. Yo aprendí a buscar y encontrar oportunidades para ganar dinero. Hay quienes tienen papá y mamá y no muestran interés por nada. En cambio, cuando uno es huérfano, hay que pensar más en soluciones”, dice.

En su caso, asegura que a ella siempre le gustó trabajar y que piensa seguir haciéndolo hasta que las fuerzas le den, aunque cree que ya ha trabajo bastante.

“Yo aprendí a ser entradora. No me gusta quedarme esperando, siempre estoy buscando cómo ganar dinero. En Chile me trataron muy bien y sé que si me quedaba allá me iba a seguir yendo bien. En mi pueblo también llegué a tener una tienda grande. Ahora siempre estoy viendo cosas nuevas para hacer. Si hay algo que reparar en la casa y yo no lo puedo hacer, busco ayuda”, asevera.

Construyendo su nuevo hogar
Guadalupe Ramos asegura haber estado trabajando de ciudad en ciudad hasta sus 22 años. Al enterarse de la muerte de uno de sus hermanos, decidió volver a su pueblo Tawa y es ahí cuando conoce a Carlos Nina, su actual esposo, con el que formó su hogar.

La nueva pareja sacó adelante su hogar dedicándose inicialmente al cultivo de quinua y papa así como a la crianza de llamas y ovejas. Sin embargo, luego de ver que cada vez más turistas pasaban por su pueblo para visitar el salar de Uyuni, tuvieron la idea de iniciar un emprendimiento turístico en la zona, que ahora les genera importantes recursos económicos.

“Algunos turistas nos pedían que les regalemos agua o que les demos un espacio para dormir. Tras consultar a la comunidad decidimos darles cobijo. Todos dormían en sus colchones en el piso. Pero luego dijimos con mi esposo ¿por qué no hacemos una piecita para hospedar a estos turistas? Como éramos pobres, la plata no alcanzaba para construir algo más. Unos 10 años hemos estado así, dando alojamiento improvisado y nuestros huéspedes nos agradecían regalándonos conservas o verduras. Con eso nosotros éramos felices”, señala.

Gracias a la quinua
El precio internacional de la quinua comenzó a subir y eso fue una bendición para la familia de doña Lupe, que decidió aprovechar esa gran oportunidad y ampliar sus sembradíos.

“De entre 30 y 35 bolivianos que costaba el quintal de quinua, de golpe subió a Bs 100, eso nos motivó a sembrar más y con eso ya fuimos ganando más dinero. Gracias a la quinua empezaron a mejorar las cosas aquí”, enfatiza.

Ante esa tentadora oportunidad, el ingenio de doña Lupe volvió a activarse. Esta mujer emprendedora asegura haber optado entonces por sacrificar varios gastos para concentrarse en ahorrar.

Según cuenta, como fruto de ese esfuerzo ella y su esposo lograron construir una casa de cuatro pisos en Oruro, que distribuyeron entre sus seis hijos.

Asimismo, adquirieron los medios de transporte que tanta falta les hacía, porque, hasta ese momento, según relata, se veían obligados a moverse de un lado a otro en bicicletas. Es así que ahora ya cuentan con una moto, una camioneta además de maquinaria para el cultivo de la quinua.

“Si uno se dedica a gastar toda la plata en comida, ropa o lujos nunca va a tener algo que realmente valga la pena. Hay que sufrir para comprarse una casita y todo lo que uno necesita. Yo empecé ahorrando bajo el colchón, como dicen, pero luego abrí una cuenta en el banco y también me dediqué a cambiar dólares y bolivianos viendo cuando subía y bajaba la cotización”, señala.

Con el dinero que fueron reuniendo también pudieron construir más habitaciones para albergar a la creciente cantidad de turistas que llegaba de paso por Jirira. Es así como nació el hostal Doña Lupe, un emprendimiento turístico que ahora luce imponente en ese pueblo, el cual queda casi despoblado cuando no es temporada de cosecha de quinua, ya que la mayor parte de las familias salen a trabajar a las ciudades

Empezaron construyendo y habilitando dos cuartos y actualmente el hostal Doña Lupe tiene cerca de 40 habitaciones amobladas con una atractiva decoración, algunas edificadas con bloques de sal y usando materiales que dan una cálida acogida al visitante en ese lugar, que en invierno soporta bajas temperaturas.

“Ahora ya nos conocen y en algunos momentos el hostal está lleno de huéspedes. Pese a que hay mucha competencia de otros centros de hospedaje que se han abierto en los alrededores, igual nos va bien y queremos seguir mejorando el servicio”, indica.

Pasar una noche allí cuesta a Bs 40, Bs 80 y Bs 100 por persona, dependiendo del tipo de habitación.

Una de las hijas de doña Lupe se encarga de ofrecer el desayuno, almuerzo y cena a los huéspedes en ese hostal. Y uno sus hijos es el que ha invertido en la construcción de tres habitaciones de sal, las más lujosas de ese sitio de hospedaje; planea hacer más.

El lugar cuenta con agua y luz. Con lo que aún se tropieza es con la comunicación ya que la señal telefónica no llega hasta esa zona.

Para comunicarse, algunos optan por subir a los cerros hasta encontrar señal para sus celulares.

Una experiencia placentera
Llegar hasta Jirira es toda una aventura, que se disfruta de principio a fin. Partiendo desde Colchani, un pueblo del municipio de Uyuni, se atraviesa todo el salar de Uyuni teniendo por delante la imponente y misteriosa silueta del volcán Tunupa.

Las casi tres horas de viaje son una experiencia placentera para los sentidos. La vista se deleita con la blancura resplandeciente del Salar de Uyuni, bajo un cielo azul y un sol radiante, un paisaje que despierta varias emociones y que deja volar la imaginación.

Para esta travesía es necesario usar un vehículo todoterreno y recurrir a una empresa turística que conozca bien el recorrido por el salar de Uyuni. Este viaje permite además disfrutar de una extraordinaria experiencia: comer en medio del gigante salar.

Cuidado minucioso
Jirira se encuentra dentro del municipio de Salinas de Garci Mendoza, capital de la provincia Ladislao Cabrera del departamento de Oruro. Dicho municipio fue declarado, mediante decreto supremo como Capital de la Quinua Real de Bolivia.

La zona del intersalar de Uyuni y Coipasa entre los departamentos de Potosí y Oruro es reconocida por la alta calidad de la quinua real que se produce allí, un producto boliviano de exportación que ha ido conquistando mercados de EEUU y Europa.

Por todo eso, doña Lupe se asegura de cuidar y mantener personalmente la belleza y la buena salud de sus sembradíos de quinua, que ahora ya lucen fascinantes flores en tonos rojizo y amarillento, preparándose para su cosecha.

“Es como cuidar a un bebé, hay que alimentarlo, mimarlo, limpiarlo y protegerlo de las plagas, todo con productos naturales. Los pájaros, ratones, lagartos, palomas, las liebres y los gusanos están al acecho todo el tiempo. Tengo que colgar plásticos a algunas plantas y hacer ruido para espantar esos animales”, indica.

Actualmente doña Lupe entrega toda la quinua que cosecha a la Asociación Nacional de Productores de Quinua (Anapqui) a través de Coproquir (Comunidades Productoras de Quinua Real), que se encarga de la comercialización de ese valioso grano.


Lejos del estrés
La vida en el cantón de Jirira transcurre silenciosa. Los turistas que pasan por el lugar, en su recorrido por el Salar de Uyuni, disfrutan de esa tranquilidad

Hospedaje para los turistas
Iniciativa empresarial
Empezaron dando cobijo de forma improvisada a los turistas que pasaban por Jirira. Ahora doña Lupe ya posee un hostal con su nombre, que administra con su familia. Tiene cerca de 40 habitaciones, tres de ellas  construidas con bloques de sal

2 Habitación cómoda y cálida
Un descaso en medio del Salar
Así luce una de las habitaciones de sal del hostal Doña Lupe. La noche en ese sitio de hospedaje cuesta desde Bs 40 hasta Bs 100 la noche. 

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