Marc Dufumier. Es investigador y experto en agroecología. Llegó al país para dar una charla sobre esta temática y es un convencido de que se puede producir de manera más limpia y libre de tóxicos. Aboga por una agricultura inspirada en la agroecología y se opone al desarrollo de cultivos transgénicos (OGM). Le preocupa que grandes potencias como Estados Unidos y Europa hagan suya la producción del grano de oro y que los productores bolivianos terminen rezagados.
—¿Cuáles son las principales amenazas para la producción de alimentos en el mundo?
— Una de las principales amenazas es el cambio climático, que se va a manifestar con mucha más variabilidad del clima, será mucho más aleatorio, con sequías e inundaciones más frecuentes y agudas; sobre todo, en el sector tropical del Tercer Mundo tendrán que adaptarse a este cambio global.
— ¿Cómo evitar la migración campesina hacia las ciudades?
— Eso es un problema sumamente grave a mi juicio, porque sabemos que la migración hacia la ciudad puede llevar a la delincuencia y al subempleo. Creo que las causas principales son dos. La primera, el bajo precio de los productos alimenticios provenientes de la competencia de Europa, Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile. La importación a precios reducidos de productos de la agroindustria de los países más industrializados hace que los pequeños productores, que trabajan con herramientas manuales, no puedan competir; entonces, con precios muy baratos deben irse del campo a la urbe. La segunda es el poder atractivo de la ciudad que genera desigualdad en los ingresos monetarios. Es decir, puede ser que la gente muy rica tenga mucho personal doméstico para cuidar el jardín, la casa o desarrollar otras actividades informales, o que una persona gane más que un productor campesino al limpiar zapatos —aunque limpiar zapatos no sirva para nada y la producción de alimentos sí—. Sin embargo cuidado, hay que considerar que este sector informal es muy frágil, puede desaparecer.
— ¿Qué deben hacer los Estados para recuperar la producción en el campo?
— Una verdadera reforma agraria, que no haya campesinos sin tierras y campesinos minifundistas, porque ellos van a seguir con herramienta manual con bajos ingresos y no van a poder competir en el mercado mundial. Sabemos que la agricultura empresarial es muy rentable, puede producir a precios baratos pero no para la soberanía alimentaria del país, porque van a sustituir la mano de obra con máquinas, eso significa más desempleo. El precio barato se debe a la mecanización, a la motorización, se puede producir con poca gente. En cambio la agricultura campesina es al revés, el productor labora por su propia cuenta, por su trabajo familiar, tiene vocación por producir por hectáreas y por el interés general, pero le hacen falta los medios de producción, no tiene ingresos, acceso al crédito; por lo tanto, no pueden competir.
— ¿Cuáles son las ventajas de la agroecología?
— Es producir en más cantidad por (pequeñas) hectáreas, haciendo el uso más intensivo de los recursos naturales renovables y con excedentes. Es aprovechar la energía solar, el dióxido de carbono (CO2), el nitrógeno, los elementos minerales del subsuelo. Es producir más y mejor, pero causando menos daño.
— ¿Por qué considera que la gente no debería consumir productos de la agroindustria?
— Porque las verduras baratas que produce la agroindustria, a la larga, le pueden costar más caro al pueblo respecto a su salud. Se sabe que los niños, jóvenes y mujeres embarazadas, por el hecho de comer verduras con pesticidas, tendrán, a futuro, una expectativa de vida mucho menor que la de mi generación, y eso ha sido demostrado. Cuidado con esos productos de la agricultura industrial que parecen baratos en precio, pero al final cuestan muy caros.
— ¿Cómo analiza la situación alimentaria en Latinoamérica?
— Me preocupa mucho que se esté ampliando la frontera agrícola de la quinua en Bolivia. Como se sabe, el precio de la quinua es alto y eso es porque los europeos y norteamericanos están sustituyendo poco a poco el consumo de carne por este producto de alto valor nutricional. El sustituto de la carne significa una demanda altísima de quinua y el precio está subiendo a niveles extremos, significa una extensión de la superficie, la desaparición de la superficie pastoril para las llamas; poco estiércol para fertilizar la quinua, entonces será un problema del medio ambiente bastante grave. Además, mucha atención que Estados Unidos ya es el tercer productor de quinua a nivel mundial; Europa también se va a meter a producir su propia quinua; entonces, cuidado que dentro de diez años el precio de la quinua puede caer y ¿qué va ocurrir con esta gente? ¿Si el ecosistema está totalmente destruido y si los precios de la quinua bajan hasta niveles sumamente bajos? Yo tengo mucho miedo de que eso ocurra.
— ¿Cómo regularlo?
— Políticamente es bastante difícil manejar, pero yo pondría una tasa a la importación de trigo y otra a la exportación de quinua; significa que el trigo se vuelva más caro y la quinua más barata para el mercado interno de los bolivianos; de modo que ellos tengan más incentivos para consumir menos trigo de afuera y más quinua. Se debe incentivar el consumo interno poniendo barreras a la entrada del trigo de menor calidad nutricional; colocar precios baratos, porque es un producto de la agroindustria. Producir quinua para los extranjeros, importar trigo de muy poco valor nutricional para el mercado interno, eso no es soberanía alimentaria.
Perfil
Nombre: Marc Dufumier
Nació: 26-01-1946
Profesión: Ingeniero agrónomo
Cargo: Consultor
Es especialista en economía agraria
“Soy agrónomo, pero me dedico a la economía agraria”, precisa Marc Dufumier en su visita a La Paz. Es ingeniero agrónomo y profesor-investigador francés, director de la cátedra de Agricultura comparada del centro AgroParisTech. Se ha implicado en numerosos proyectos de desarrollo agrícola, tanto en Francia como en el extranjero, y ha participado en diversas asociaciones y acciones de solidaridad internacional. Ha colaborado con los países del Sur en apoyo a políticas de reforma agraria, a programas de seguridad y soberanía alimentaria y a proyectos de desarrollo agrícola y rural. Experto de la FAO y del Banco Mundial, sus servicios han sido frecuentemente requeridos por gobiernos enfrentados a crisis alimentarias o agrícolas. Es miembro del Consejo Estratégico de Agricultura y Agroindustria Duraderas (CSAAD, por sus siglas en francés) del Ministerio de Agricultura y Pesca de su país, y miembro del comité científico de la Fundación Nicolá Hulot, a la que ha representado en discusiones sobre legislación francesa en materias ambientales.
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