La producción de
quinua se encuentra en medio de las oportunidades de incentivo a la
producción, que le abre la declaratoria de año internacional del grano,
y los riesgos que implican las iniciativas de producción del grano en
países consumidores. Una investigación sobre el cereal realizada por la
especialista en desarrollo agrícola y agricultura, Andrea Boudoín Farah
afirma que los países importadores podrían producir dentro de poco por
lo menos parte de sus requerimientos del “grano de oro” y restarle
mercado a la oferta boliviana.
Con el título “Quinua: ¿Cómo evitar que se repita la historia de la papa?”, la investigación fue auspiciada por el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS) y presentada en La Paz enero de 2013.
¿Cuáles son las alertas que identifica la investigadora? “Hasta ahora la quinua se ha destinado a un grupo de consumidores de productos orgánicos, preocupados por una buena alimentación, pero su popularización no excluye que dentro de pocos años el grueso de la demanda ceda frente a la oferta de quinua convencional a mejor precio, producida en países que tengan una productividad mayor que la alcanzada en el Altiplano andino”, afirma la autora de la citada investigación.
En términos económicos, eso quiere decir, que debido al previsible incremento de la demanda de quinua en los países que hasta ahora importan el grano, aquellos buscarán ofrecer un producto accesible para satisfacer el requerimiento de su mercado y por tanto se empeñarán en bajar su costo produciéndolo. Esta realidad se da en el inicio del año internacional de la quinua, que el gobierno boliviano promovió en la Organización de Naciones Unidas.
En Brasil, hay experimentos desde 2006 con base en 300 genotipos de quinua que hasta el momento consiguió un rendimiento de 1.500 kilos por hectárea, superior al rendimiento boliviano que oscila entre 450 y 1.350 kilos por hectárea. En Chile, la empresa Semillas Baer patentó una semilla de quinua que tiene un alto potencial de rendimiento, de 3.000 a 6.000 kilos por hectárea y que crece en zonas bajas.
En Argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), trabajó con esa variedad y logró un rendimiento aproximado a los 1.500 kilos por hectárea en cosecha mecanizada. Estados Unidos cultiva 500 hectáreas con un rendimiento de 1.000 kilos por hectárea, lo que según el estudio, “puede haber ya disminuido sus importaciones en 10%”.
¿Qué deben hacer los países productores andinos ante esta situación? Según la especialista, tres acciones son urgentes: Aumentar la productividad, buscar alternativas a la exportación de materia prima y fomentar la creación y desarrollo de agroindustrias rurales de transformación.
El primer desafío de “aumentar significativamente la productividad del cultivo” tropieza con dificultades tales como los “ecosistemas extremadamente frágiles, en los cuales “es muy difícil (…) preservar los recursos naturales, principalmente tierra y agua”.
Luego, es urgente buscar alternativas a la exportación de materia prima, debido a que los países andinos tienen una “vocación casi exclusiva” del grano sin valor agregado. Según la investigación citada, Bolivia exporta en esa calidad más del 70% de su producción. ¿Cómo agregar valor a la quinua?. Según Boudoín es necesario “apoyar la investigación estratégica en el sector industrial y no sólo la investigación para aumentar la productividad y la sostenibilidad del cultivo”.
Finalmente, hay que fomentar la creación y el desarrollo de agroindustrias rurales de transformación para, justamente, aumentar el valor agregado.
EL DESALIENTO DEL CONSUMO
El incremento en los precios internacionales de la quinua ha destapado una polémica por el consumo de ese grano. Hay países como Estados Unidos, Canadá y Francia que tienen una clara tendencia a la producción para su autoconsumo. Por ejemplo, en Canadá se desalienta el consumo de quinua boliviana. El investigador John Cameron del departamento de Estudios Internacionales de Desarrollo de la Dalhousie University explica que Hay una línea de pensamiento aquí (en Canadá) que no debemos comprar quinua porque contribuye a la inseguridad alimentaria en Bolivia.
¿Cómo explicar esto? El razonamiento es desalentar la demanda internacional con el argumento de bajar el precio de ese producto y que éste se haga accesible al consumo interno de Bolivia. El supuesto para ese razonamiento es que el alto precio del grano hace inaccesible el consumo en el país productor y en consecuencia, se convierte en un factor de inseguridad alimentaria para los bolivianos. El objetivo real parece ser estimular la producción de quinua en el consumo en el país norteamericano y satisfacer las necesidades de ese mercado.
En contraposición está la información brindada por el Viceministerio de Desarrollo Rural y Agropecuario, cuyo titular, Víctor Hugo Vásquez, informó el 18 de febrero que en cuatro años, el consumo interno de quinua se triplicó de 4.000 a 12 mil toneladas métricas (TM) y que el consumo per cápita creció de 0,35 a 1,11 kilogramos. (Escrito por FUNDACIÓN TIERRA 20-02-2013)
Con el título “Quinua: ¿Cómo evitar que se repita la historia de la papa?”, la investigación fue auspiciada por el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS) y presentada en La Paz enero de 2013.
¿Cuáles son las alertas que identifica la investigadora? “Hasta ahora la quinua se ha destinado a un grupo de consumidores de productos orgánicos, preocupados por una buena alimentación, pero su popularización no excluye que dentro de pocos años el grueso de la demanda ceda frente a la oferta de quinua convencional a mejor precio, producida en países que tengan una productividad mayor que la alcanzada en el Altiplano andino”, afirma la autora de la citada investigación.
En términos económicos, eso quiere decir, que debido al previsible incremento de la demanda de quinua en los países que hasta ahora importan el grano, aquellos buscarán ofrecer un producto accesible para satisfacer el requerimiento de su mercado y por tanto se empeñarán en bajar su costo produciéndolo. Esta realidad se da en el inicio del año internacional de la quinua, que el gobierno boliviano promovió en la Organización de Naciones Unidas.
En Brasil, hay experimentos desde 2006 con base en 300 genotipos de quinua que hasta el momento consiguió un rendimiento de 1.500 kilos por hectárea, superior al rendimiento boliviano que oscila entre 450 y 1.350 kilos por hectárea. En Chile, la empresa Semillas Baer patentó una semilla de quinua que tiene un alto potencial de rendimiento, de 3.000 a 6.000 kilos por hectárea y que crece en zonas bajas.
En Argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), trabajó con esa variedad y logró un rendimiento aproximado a los 1.500 kilos por hectárea en cosecha mecanizada. Estados Unidos cultiva 500 hectáreas con un rendimiento de 1.000 kilos por hectárea, lo que según el estudio, “puede haber ya disminuido sus importaciones en 10%”.
¿Qué deben hacer los países productores andinos ante esta situación? Según la especialista, tres acciones son urgentes: Aumentar la productividad, buscar alternativas a la exportación de materia prima y fomentar la creación y desarrollo de agroindustrias rurales de transformación.
El primer desafío de “aumentar significativamente la productividad del cultivo” tropieza con dificultades tales como los “ecosistemas extremadamente frágiles, en los cuales “es muy difícil (…) preservar los recursos naturales, principalmente tierra y agua”.
Luego, es urgente buscar alternativas a la exportación de materia prima, debido a que los países andinos tienen una “vocación casi exclusiva” del grano sin valor agregado. Según la investigación citada, Bolivia exporta en esa calidad más del 70% de su producción. ¿Cómo agregar valor a la quinua?. Según Boudoín es necesario “apoyar la investigación estratégica en el sector industrial y no sólo la investigación para aumentar la productividad y la sostenibilidad del cultivo”.
Finalmente, hay que fomentar la creación y el desarrollo de agroindustrias rurales de transformación para, justamente, aumentar el valor agregado.
EL DESALIENTO DEL CONSUMO
El incremento en los precios internacionales de la quinua ha destapado una polémica por el consumo de ese grano. Hay países como Estados Unidos, Canadá y Francia que tienen una clara tendencia a la producción para su autoconsumo. Por ejemplo, en Canadá se desalienta el consumo de quinua boliviana. El investigador John Cameron del departamento de Estudios Internacionales de Desarrollo de la Dalhousie University explica que Hay una línea de pensamiento aquí (en Canadá) que no debemos comprar quinua porque contribuye a la inseguridad alimentaria en Bolivia.
¿Cómo explicar esto? El razonamiento es desalentar la demanda internacional con el argumento de bajar el precio de ese producto y que éste se haga accesible al consumo interno de Bolivia. El supuesto para ese razonamiento es que el alto precio del grano hace inaccesible el consumo en el país productor y en consecuencia, se convierte en un factor de inseguridad alimentaria para los bolivianos. El objetivo real parece ser estimular la producción de quinua en el consumo en el país norteamericano y satisfacer las necesidades de ese mercado.
En contraposición está la información brindada por el Viceministerio de Desarrollo Rural y Agropecuario, cuyo titular, Víctor Hugo Vásquez, informó el 18 de febrero que en cuatro años, el consumo interno de quinua se triplicó de 4.000 a 12 mil toneladas métricas (TM) y que el consumo per cápita creció de 0,35 a 1,11 kilogramos. (Escrito por FUNDACIÓN TIERRA 20-02-2013)
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