lunes, 9 de junio de 2008

Las Panojas: Flores de quinua boliviana for export

Antes de entregar su vida como fruto, la quinua se hace flor y embellece los áridos paisajes altiplánicos, privilegiando al campesino de esas tierras, el único que hasta ahora podía admirarla en su forma natural en cada verano. Esto se debía a que la vida de estos capullos es breve y no solamente es necesario que se sequen para dar paso al fruto, sino que después de ser arrancadas duran poco y, por lo tanto, no era posible comercializarlas. Por ello es que hace aproximadamente tres años se inició una investigación destinada a conservar la flor del denominado “grano de oro” y convertirla en la base de un negocio productivo, que hoy empieza a dar sus primeros resultados.

“Ahora aquí trabajamos todo el día y aquí también están nuestros hijos, yo me dedico a hacer secar (las flores) y cuidar en esta parte (un solario). Esto ya es un trabajo seguro para todas nosotras”.

Con una sonrisa que combina con su alegre mandil floreado, Miguelina Cárdenas observa cada rama colocada lado a lado sobre amplias mesas, ordenadas casi minuciosamente en un ambiente hecho con tules, frente a uno de los salones de la guardería, donde están los hijos de estas mujeres y también los de muchas de las estudiantes de la Normal René Barrientos, de la localidad orureña de Caracollo.

cambio de vida y de sueños

En la fría Caracollo, población altiplánica ubicada a 30 kilómetros de la ciudad de Oruro, son 40 madres las que articulan la nueva producción, la cual se inicia con el sembrado de la planta de quinua. Ellas poseen una organización llamada Programa de Autoayuda Social Caracollo (PAS), la que obtuvo su personalidad jurídica en 1991. En realidad, en un principio, se trató de un grupo de madres solas o solteras en busca de posibilidades de superación a través de trabajos conjuntos y solidarios. Incluso su último proyecto, que hasta el año pasado soñaban poner en marcha para autosustentarse, fue la creación de una panadería popular. “Es que el pan es bien caro”, explica preocupada Valeria Herrera, una de las madres y socias de PAS.

Pequeña, cuarentona, de tez quemada por el viento y el sol como el resto de la madres de la región, Valeria ordena algunos de sus cabellos que escapan de su única trenza y su sombrero; y recuerda con ayuda de un cuaderno los nombres de los ingenieros y cooperantes que las impulsaron a asumir el reto de esta empresa.

La iniciativa fue apoyada por USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés), que a través del proyecto MAPA (Acceso al Mercado y Alivio a la Pobreza, por sus siglas en inglés) y las fundaciones Altipano y Valles. Así se realizó el estudio sobre preservación de la flor de quinua, cuyos resultados fueron entregados a esta agrupación social orureña como actor potencial para el desarrollo de este tipo de producción y desarrollo económico.

En diciembre de 2007, esta organización de las madres de Caracollo dejó a un lado, aunque temporalmente, el sueño de tener una panadería y algunas de ellas dejaron sus trabajos esporádicos, y entraron a formar parte del programa de construcción de una planta de procesamiento de flores de quinua por el que reciben, por ahora, un sueldo mensual de 300 bolivianos. En estos últimos seis meses, PAS inició la elaboración de flores y ramos de las ya inmortalizadas panojas o flores de quinua para su venta en el país y su exportación.

Todo empezó de cero. “Hemos sembrado —señala Valeria—, nos hemos alquilado cuatro hectáreas aquí y al otro lado de la carretera de Caracollo”.

Estas orureñas tuvieron que arar la tierra, echar las semillas y aprender incluso a fumigar, cargando los equipos llenos de insecticidas en sus espaldas, más la indumentaria de proteccción para cuidarse de la contaminación de estos químicos.

Los técnicos que las asesoran les enseñaron a que debían cosechar la flor antes de que ésta llegue a su pleno desarrollo, para que aguante el tratamiento químico y teñido al que debe ser sometida.

No obstante, fueron castigadas por la naturaleza: llegó la helada a principios de este año y prácticamente dos de las cuatro hectáreas de quinua se perdieron, por lo que luego, a la hora de cosechar la flor, fue necesario que completaran la materia prima comprándola personalmente en otras plantaciones. Había que escoger las mejores flores, las más grandes y de tallos largos y rectos, para que se cotizaran mejor. La compra de flores alcanzó a 95 productores de nueve comunidades cercanas.

“Ya tenemos personas que nos venden las quinuas —cuenta Valeria—, nosotras a veces vamos en el auto del ingeniero, vamos buscando los florecidos para comprar, nos venden a 10 centavos la ramita, el tallo, y después recién hacemos todo el proceso. Ahora estamos presentando nuestra primera producción. Hemos inaugurado nuestra planta, es linda, una flor que quisiéramos que conozca el país, el mundo, y mostrar que las mujeres también sabemos trabajar”.

Delicado tratamiento

Mientras la quinua crecía en aquellos campos alquilados por estas mujeres, en Caracollo se terminó de instalar la planta de procesamiento con la construcción de un solario, que permitirá proteger a las flores del frío y el viento altiplánicos durante el proceso químico de conservación.

En esta carpa se colocaron trípodes con varios canales horizontales que, cual si fueran floreros, permiten apoyarse a las flores alimetándolas báscamente de glicerina y colorantes vegetales, que convierten su color mayormente beige en rojo, lila, verde, anaranjado, amarillo, entre otros.

Para ello, primero las madres le quitan a cada tallo todas las hojas, es decir, que las flores son procesadas sólo con el tallo, y las ponen en los aproximadamente 20 trípodes, empero, como éstos no abastecen para la cantidad de flores cosechadas, también las colocan en baldes.

Cada línea o canaleta tiene colgada un cuadernillo en el que se detallan las especificaciones de cada trabajo como el color de la pintura vegetal, el día en que se pusieron las flores, cuántas de éstas hay en cada fila y el nombre de las encargadas.

Una de las cuidadoras de esta etapa del proceso es Lourdes Choque, quien con la manta atada al cuello y colgada como una capa, se dedica a rondar los armatrostes metálicos para vigilar que ningún tallo llegue a caer, ya que simplemente están apoyados. Explica que no sólo se trata de colocar las flores, sino que deben ir ordenadas por tamaño: las hay de 40, 60, 80 centímetros y un metro de largo.

“Aquí hace, pues, calor, pero ya nos hemos acostumbrado, a veces tenemos que salir y entrar a cada rato. Es bonito este trabajo, claro que antes no sabíamos nada, pero los ingenieros nos indican todo. Somos unas 35 socias en el PAS, pero aquí ya trabajamos unas 40 mujeres”.

El gerente del Proyecto MAPA de USAID, Jorge Calvo, explica que fue necesario invertir 40 mil dólares en la investigación y los ensayos sobre las flores de quinua, y otro monto económico en la infraestructura de la planta de procesamiento que actualmente utilizan estas madres.

Desde la cosecha, selección, deshojado y tratamiento han pasado casi dos semanas, ahora las flores están listas para el secado que se hace en el ambiente hecho de tules, el que permite el paso del sol y las protege del polvo. Allí, ordenadas y lado a lado, las flores están separadas por tamaños y colores y reposan entre 24 horas y cinco días, según el clima, para llegar al punto óptimo de empaquetado. Para este paso, la fundación Altiplano ya dotó a estas madres de las bolsas que le dan forma a los ramos y cajas de exportación.

En una habitación, son tres jóvenes las encargadas del empaquetado. Una de ellas, Saida Condori, dice que en esta fase les toca revisar minuciosamente cada panoja: si sus pétalos son más abultados, si son grandes, de tallos gruesos y bien presentables, ya que les toca separar a aquellas que serán vendidas en mercados del país y las que migrarán al extranjero.

Los ramos para el mercado interno son hechos con panojas más abultadas y con seis flores, una de cada color; mientras que para exportar se escogen las más finas, con pétalos compactos, ordenados y pequeños, y los ramos son preparados con flores de un solo color, algunos de ellos con tallos de 40 centímetros llevan hasta 12 panojas, y de aquellos que tienen 50 centímetros los ramos son de 10 flores.

Las envolturas son las mismas, aunque el producto de exportación es acomodado en cajas largas con pequeñas ventanas y sus especificaciones escritas en inglés, ya que el primer pedido proviene de Estados Unidos. El mercado para este nuevo producto se abre y ahora las madres de PAS prepararán la primera solicitud de flores para Italia, donde entre mayo y junio serán presentadas en ferias gourmet.

“Para exportar nos han pedido que sea del mismo tamaño y que no tenga muchos granos. En cuanto a los colores se usan los más resaltantes como el verde, naranjado, rosado, y celestes también”.

Saida forma parte de este trabajo debido a que su madre es miembro de la organización. Lo mismo sucede con sus compañeras y cada una de las jóvenes arma hasta 60 ramos en un día, y trabajan de horas 8.00 a 12.00 y de 14.00 a 18.00.

Al palpar los pequeños pétalos, las pequeñas bolitas que forman la flor, antes de que ingresen a las cajas viajeras, todavía mantienen la textura de su frescura,como si hubieran sido cortados recientemente. Según Herrera, cada rama se vende en otros países al menos en cinco dólares, mientras que en el país los ramos de seis flores se comercializan entre 15 y 25 bolivianos.

El objetivo del proyecto es que se logren inmortalizar 250 mil panojas para su comercialización, y además que el negocio consiga instalar hasta dos plantas de procesamiento de capullos de quinua. Hasta el momento se logró insertar en el mercado flores por un valor de 50 mil bolivianos.

Al lado de la guardería

Parte de este trabajo es el cuidado de los niños en la guardería, lo que realizan las mismas socias de PAS. Los pequeños están separados en diferentes habitaciones por edades. La Alcaldía de Caracollo ayuda a estas mujeres a pagar los sueldos de dos personas que se dedican a esta labor, mientras que las mamás realizan un aporte mensual de 15 bolivianos por hijo para los cinco alimentos que las “nanas” les dan a sus vástagos a lo largo del día.

Valeria Herrera, por ejemplo, tiene tres hijos, el mayor de doce años ya está en la escuela; mientras que durante su trabajo puede ver constantemente a sus otros dos niños menores gemelos de tres años, a cada uno de los cuales ella llama “bebé”.

Pese al apoyo en la producción y las perspectivas de apoderarse del proyecto dentro de dos años, como señala USAID, las madres aún solicitan ayuda para mejorar la infraestructura antigua de la guardería, cuyas paredes descoloridas y algunas grietas ensombrecen la imagen de los niños que ríen o lloran, mientras sus mamás trabajan en las flores y los miran de reojo dentro de esta nueva planta de producción.

“Ahora volveremos a sembrar el mes que viene —dice Valeria—. Estamos tratando de ampliar la carpa solar un poco más para sembrar también ahí adentro, porque sólo hay etapas o épocas en que se siembra la quinua”. El negocio camina.

Las mujeres administrarán el proyecto en dos años

Las mujeres de Caracollo que son responsables del funcionamietno de la Planta de Tratamiento de Flores de Quinua todavía reciben el asesoramiento y apoyo técnico de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Sin embargo, según el gerente del Proyecto MAPA, Jorge Calvo, se espera que en por lo menos dos años ellas empiecen a administrar todo el proyecto.

”La parte de producción que es la que ha tomado tiempo (en ser instalada), a la larga es la parte más simple, y se podría dejar en un par de años que las mujeres trabajen solas. Pero donde aún van a requerir asistencia es en la parte de comercio exterior, la inteligencia de mercado, el control de calidad, el tamaño del tallo, el tamaño de la espiga, el sistema de embarque, el empaquetado, etiquetado, el contacto con los mercados. Eso requiere un poco más de tiempo, pero no mucho más, va a haber un momento en que ellas van a poder hacer todo solas”.

Calvo explica que actualmente seis técnicos trabajan constantemente con las madres del Programa de Auto Ayuda Social Caracollo (PAS). Ellos realizan asesoramiento en las áreas agrícola, durante la cosecha, el proceso de tratamiento químico y los aspectos relacionados al mercadeo y control de este nuevo producto, las panojas.

1 comentario:

  1. Buenos días. Donde puedo adquirir estas panojas en la ciudad de La Paz?

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Quinua el Grano de Oro

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