La Quinua
originaria de los Andes de Sudamerica, donde la mayor variabilidad genética de
la especie Chenopodium quinoa (Willd.) se encuentra en Bolivia y Perú,
actualmente se ha expandido a todo el mundo; en un mundo tan globalizado era
solo cuestión de tiempo para que esto suceda.
En realidad
el mundo necesita de la quinua y que bueno que muchas personas más puedan disfrutar
no solo del grano beneficiado y/o lavado; sino de la planta, la broza, los
granos en bruto, la saponina y finalmente su alta calidad nutraceutica.
Lo único
que esperamos es que por ningún motivo la modifiquen transgénicamente, digan lo
que digan y aunque ya lo estén haciendo, es incomprensible porque al hombre le
gusta modificar de forma forzada incrementando cualidades a sabiendas de que
ellas ya existen intrínsecamente en la naturaleza; y quien sabe se podría
justificar si fuera en bien de la humanidad, pero cada vez estamos más
convencidos de que ésta práctica solo se la realiza solo en provecho de las
grandes empresas multinacionales que solo buscan el rédito económico a costa de
las necesidades humanas de las personas.
Otra
cuestión es la forma de producción, muy probablemente muchas naciones ya la han
convertido en un comodity, prevaleciendo
el valor económico en desmedro de lo que en realidad significa “un alimento
altamente nutraceutico para todo el mundo”, “no solo para los que puedan pagarla
sino para todo aquel que la necesita”
Que la
ambición de cultivarla por solo ganar dinero, no provoque la utilización
indiscriminada de fertilizantes y pesticidas sintéticos que solo benefician a
las compañías que los producen y además vuelven dependientes a los productores,
contaminan nuestro medio ambiente, matan a nuestra fauna nativa, crean
resistencia de las “plagas”, contaminan nuestros suelos y agua, nos contaminan
a nosotros mismos, etc.
Para que la
quinua producida en los Andes se diferencie de la quinua producida
convencionalmente en cualquier parte del mundo; debe ser producida con las
ventajas propias que el cultivo tiene cuando de la siembra en sus lugares de
origen como lo son el altiplano y los valles de Sudamérica.
Que las
quinua de grano grande y alto contenido de saponina “las Quinua Reales” se
sigan sembrando en el Altiplano Sur, sembrándose en los meses de agosto y
septiembre, que el frio reinante evite la propagación de plagas, la poca humedad
sea el obstáculo principal de la proliferación de enfermedades y que la
influecia del salar siga incrementando una mayor actividad fotosintética,
consecuentemente mayor rendimiento y
calidad del grano.
Que las
quinuas del Altiplano Central de tamaño mediano, variado contenido de saponina
sigan creciendo en combinación con otros granos andinos como la cañahua, con un
poco mas de precipitaciones incrementemos el rendimiento nacional, aunque no
logremos un tamaño de grano gigante.
Que las
quinuas del altiplano norte de grano pequeño, y generalmente con poca saponina,
de mejor resistencia al mildiu. Se siga cultivando para el autoconsumo y se
diferencia de las reales por estas cualidades.
Que las
quinua de valle de ciclo más largo grano más liviano, pero resistentes al
mildiu, sigan creciendo altas e incluso sirvan de forraje para nuestros
animales de granja.
En todos
los caso que las superficies sembradas sean proporcionalmente a las que podemos
manejar eficientemente; sin la necesidad de deforestar áreas de pastos nativos,
bosques, caminos vecinales, más al contrario encaje de forma armónica con su
entorno como lo ha hecho hace miles de años y SIN la utilización de pesticidas
que contaminen nuestro grano.
Que el 2017
al igual que la expansión de la quinua en el mundo, en similar proporción
crezca la consciencia de su CULTIVO ORGANICO, BIOLÓGICO, ECOLÓGICO, TRADICIONAL
Y ANCESTRAL.
Rubén Ramiro Miranda Colque
Oruro, 07/01/2016
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