Jimena Mercado, enviada especial a Potosí
Expertos nacionales de la quinua coincidieron que Bolivia se queda rezagada frente a sus vecinos de la región en lo que se refiere a innovaciones tecnológicas, mejoramiento genético, avances sobre precocidad y rendimiento del grano andino, por falta de apoyo a la investigación, entre otros aspectos.
La posición fue expresada durante el II Conversatorio Quinua-Camélidos y Medioambiente, celebrado en Potosí el fin de semana.
Al auditorio de la Universidad Autónoma Tomás Frías (UATF) de Potosí se dieron cita como principales expositores los investigadores y expertos en quinua Jesús Cárdenas, de la Universidad Técnica de Oruro (UTO); David Soraide, de la UATF; Félix Mamani, de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), y Cesín Curi por parte del Centro de Promoción de Tecnologías Sostenibles (CPTS) y la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). En un panel expusieron sus estudios e hicieron un análisis sobre la situación actual de la quinua en el contexto nacional e internacional.
El conversatorio fue organizado por el Centro del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) y la UATF, en el marco del II Foro Andino Amazónico de Desarrollo Rural, actividad internacional a realizarse en septiembre en la ciudad de La Paz.
El agrónomo y científico Félix Mamani señaló que la tecnología necesita inversión. “¿Países como Bolivia cuánto de su presupuesto general destinan para la investigación?, el porcentaje es del 0.01 por ciento (%), nada, y si no hay nada, no podemos hablar de tecnología”, dijo.
Con los recursos del Impuesto Director a los Hidrocarburos (IDH) se pudo desarrollar varios estudios sobre el complejo de quinua y camélidos, recordó, pero se necesita –sostuvo-- un programa nacional estratégico como país para garantizar la sostenibilidad en la generación de tecnología.
Mamani dijo que producto de su trabajo científico de 20 años generó seis variedades de quinua, otras de cañahua, y está a punto de soltar nuevas variedades de tarwi, pero que no las pudo registrar ante el Consejo Nacional de Semillas por falta de apoyo económico. “Entonces, ¿cómo puedes hacer las investigaciones? Es en la estructura del Estado donde debe haber una fuerte inversión disponible para los investigadores”.
Para ejemplificar la necesidad de apoyo mencionó el caso de Argentina en cuyos laboratorios ya miden el punto de estrés de la quinua, hasta dónde aguanta la sal, por ejemplo. “Ellos no producen quinua y como es prohibido llevar recursos genéticos afuera (del país) se dan modos de llevar en el bolsillo, ahora la tecnología ya no necesita 100 gramos de muestra, sino utiliza apenas unos miligramos”.
El agrónomo y docente David Soraide señaló que hay países de la región que trabajan fuertemente en innovaciones tecnológicas, sobre todo Perú y Argentina, por lo que es necesario que en el país se formen alianzas entre universidades y el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) para adecuar tecnología a la producción, pero también para mejorar la producción con enfoque sostenible.
“No me asusto al punto de decir que de aquí a un tiempo va desaparecer (nuestra quinua) porque tenemos un millón de hectáreas entre aptas y moderadamente aptas en el Altiplano Sur; ahí tenemos un 85 por ciento (%) para explotar, pero lo hacemos con tecnología inadecuada, pensada para una hectárea porque el origen de la quinua era la serranía y no la planicie, y ahí estamos atrasados. En otros países están avanzando en sembradoras y cosechadoras”, dijo.
También mencionó que en el campo del fitomejoramiento falta trabajar, porque no se puede explicar cómo es que siendo Bolivia un país productor no avanzó en temas de precocidad y rendimiento del cultivo. “Perú está aprovechando muy bien nuestras quinuas y a partir de un mejoramiento genético moderno con variedades va adecuando a sus terrenos”, señaló.
El investigador Jesús Cárdenas destacó que en la UTO exista un equipo de profesionales a tiempo completo, dedicados exclusivamente a la investigación, gracias a los recursos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), pero que eso no es suficiente para los desafíos que se plantean para el país en tema quinua.
“Los otros países nos van a ganar en tecnología, tenemos que aceptarlo así, ahí se invierte más en investigación, hay más medios para hacerlo, pero obviamente nosotros tenemos algo muy importante que es nuestra quinua orgánica, y eso es lo que debemos defender. Mañana será esa la diferencia de la quinua boliviana con la del resto del mundo”, señaló el coordinador del estudio “Degradación de suelos en el Altiplano Sur, mitos y realidades”.
En contraposición, dijo, se puede evidenciar cómo los agricultores nativos lograron posicionar a la quinua sin tecnología, en niveles de exportación tan altos e incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) de los departamentos de Potosí y Oruro, donde se produjo de forma tradicional; es decir, sólo con el tractor, trilladoras y venteadoras.
El ingeniero industrial Cesín Curi, creador de tecnología para la producción sostenible de quinua, afirmó que en el país se debe ver la forma de capitalizar la información que se tiene, resultado de los estudios realizados para impulsar más investigación y ver la forma de aprovechar de mejor forma el altiplano. “Nuestro altiplano es envidia de mucha gente, hay gente de Perú que aprovecha desiertos para producir quinua en arenales que los están convirtiendo en vergeles”. Según Curi, en el altiplano existen 8 millones de hectáreas de tierras improductivas, que solo sirven como espacio de paso de camélidos y pobladores porque no es apta ni para el pastoreo de animales, por lo que es posible recuperar esos suelos para la quinua sin afectar otros productos nativos con el monocultivo .
Sin embargo, advirtió que mientras haya una alta demanda de la quinua en el mercado internacional y personas dispuestas a pagar altos precios, en el país no mejorará el acceso ni el consumo de este grano.
“No hay duda que el precio es una de las restricciones más serias para el consumo interno, y no hablo del auto-consumo porque finalmente el productor siempre puede reservarse quinuita para alimentar a su familiar, sino del consumo masivo en Bolivia, donde la gente dice no puedo comprar un kilo de buena quinua que cuesta entre 50 ó 60 bolivianos o 300 gramos en 20 bolivianos”, dijo.
Según datos oficiales del INIAF, el promedio de consumo per capital del boliviano que quinua llega solo a un kilogramo por año, frente a 92 kilos de papa.
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Comentario
Nos parece interesante el reporte, sobretodo para saber la opinión de algunos investigadores bolivianos, en este caso de docentes investigadores de las Carreras de Agronomía de las tres principales Universidades del sistema estatal del Altiplano boliviano: La Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, La Universidad Técnica de Oruro de Oruro y la Universidad Tomás Frías de Potosí; sin embargo discrepamos con lo mencionado por Cesín Curi, en el siguiente párrafo:
“No hay duda que el precio es una de las restricciones más serias para el consumo interno, y no hablo del auto-consumo porque finalmente el productor siempre puede reservarse quinuita para alimentar a su familiar, sino del consumo masivo en Bolivia, donde la gente dice no puedo comprar un kilo de buena quinua que cuesta entre 50 ó 60 bolivianos o 300 gramos en 20 bolivianos”, dijo.
En la ciudad de Oruro se puede comprar quinua lavada a 12 Bs. (1,7 USD) la libra, puede que esa quinua no este empaquetada en cajones de primera, o en bolsas selladas, tal como se ven los empaques de exportación, solamente se la vende a granel en bolsas Nylon, puede que no se pague el costo del empaque, pero si considero que se paga un precio justo cuando compramos 1/2 Kg en un rango de 10 a 15 Bs.
Los habitantes de Oruro aun podemos comer quinua a un precio justo si es que nuestro paladar lo requiere, otra cosa es que la gente ya no este acostumbrada a consumirla como lo hacían sus abuelos y por eso muchas veces el precio es solo un pretexto para no consumirla.
Saludos cordiales a PIEB por hacer el seguimiento a estos Conversatorios que siempre son buenos para conocer y contrastar opiniones.
Rubén Miranda
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