martes, 19 de febrero de 2013

LA QUINUA, UN CATALIZADOR DE INNOVACIONES

Perspective – Estrategias de Desarrollo                                               CIRAD
Enero de 2013. N°20

LA QUINUA, UN CATALIZADOR DE INNOVACIONES
Didier BAZILE
Amplia diversidad genética dentro la Quinua Real. © D. Bazile
Amplia diversidad genética dentro la Quinua Real. © D. Bazile
El año internacional de la quinua en 2013 resalta el potencial de esta planta de origen andino para luchar contra el hambre y erradicar la pobreza. El desarrollo de la cadena productiva también puede tener un impacto sobre el territorio, según el contexto y el acompañamiento, tal y como queda reflejado en la comparación entre la zona de los salares, en el sur del altiplano boliviano, la región central de Chile y la zona mapuche en el sur de Chile.
 La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 2013 como “Año Internacional de la Quinua”, a raíz de una propuesta del Estado Plurinacional de Bolivia a la FAO, en reconoci­miento a los pueblos andinos que han preservado la quinua como alimento para las generaciones presentes y futuras. Se reconoce así el papel que puede desempeñar esta planta en la seguridad alimentaria mundial debido a su alto valor nutri­tivo y a su biodiversidad.
La quinua (Chenopodium quinoa Willd.) es una planta anual originaria de los Andes. Su interés nutricional reside en la presencia de proteínas (todos los aminoácidos esenciales), ácido linoleico (omega 3) y amilasas, así como en la ausencia de gluten. Su amplia diversidad genética le permite adaptarse a distintos tipos de suelo, particularmente a suelos salinos, y a ambientes que cubren condiciones muy variables de humedad (40 a 90%), altitud (de 0 a 4 500 m) y temperatura (de - 8 °C a 38 °C). Esta adapta­bilidad constituye una ventaja en un contexto de cambio climático y de salinización de las tierras agrícolas.
 Desde los años 80, la quinua ha experimen­tado un notable “boom” debido al incremento de la demanda regional e internacional. En los países andinos sigue siendo un alimento básico: el consumo en Bolivia continúa aumentando y absorbe el 50% de la producción. En América del Norte y en Europa es cada vez más apreciada por sus cualidades dietéticas, su modo de cultivo ecológico o de comercio justo.
Para satisfacer la demanda, la producción aumentó más del doble en Bolivia, principal país productor junto al Perú, mientras que en Chile se impulsaron iniciativas para desarrollar y valorizar este cultivo marginal.
¿Cuáles son los efectos de este boom en el desarrollo de los territorios? La comparación de la zona de los salares, en el Altiplano Sur boliviano, de la región central de Chile y de la zona mapuche, en el sur de Chile, pone de manifiesto que la cadena productiva de la quinua puede, según el contexto y el tipo de acompañamiento, estructurar o desestructurar los territorios.
Modos de organización estructurantes en Bolivia
La quinua en Bolivia se produce principalmente en la zona de los salares, un desierto de altitud con condiciones ambientales extremas. Es la única planta alimenticia capaz de soportar tales condi­ciones.
El boom de la quinua tuvo un fuerte impacto en los 20 000 hogares dedicados a su producción, transformación o comercialización. Los ingresos aumentaron, favoreciendo el retorno de algunos migrantes. Las pequeñas explotaciones agrícolas se han mantenido, principalmente debido a la continuidad de la pluriactividad.
El desarrollo de la cadena fue beneficioso para el territorio gracias a un contexto favorable (la demanda internacional), al dinamismo de los pro­ductores que supieron organizarse, y también al acompañamiento de ONG e investigadores, que ayudaron a expresar y resolver conflictos, a conso­lidar algunas iniciativas y transformarlas en accio­nes colectivas.
El reconocimiento internacional de la agricul­tura orgánica, que de hecho ya venía siendo prac­ticada, animó a los agricultores a agruparse en cooperativas para intercambiar sus prácticas agrí­colas y compartir los costos de certificación. Pos­teriormente, la orientación hacia el comercio justo llevó a reflexionar sobre un manejo colectivo de los recursos locales basado en un acceso justo y en el reparto de beneficios.
Los productores, organizados desde 1983 en la Asociación Nacional de Productores de Quinua (ANAPQUI), han invertido una parte de los beneficios generados por la cadena en la produc­ción (maquinaria agrícola para preparación del suelo y siembra) y la transformación (generadora de nuevos empleos), así como en infraestructuras locales (carreteras, escuelas, centros de salud, cabi­nas telefónicas...). Gracias a la creación de servicios de proximidad en los pueblos, se logró frenar la migración de jóvenes y estabilizar la población. La denominación genérica Quinua Real ha permitido que se sigan cultivando más de 25 variedades campesinas tradicionales, evitando así la uniformi­zación del producto y la homogeneización de las prácticas agrícolas y culturales que habrían fragi­lizado los sistemas de cultivo.
No obstante, el paso de una economía de auto­subsistencia a una economía de mercado aceleró la desestructuración de la organización comunitaria, que regulaba la gestión de la tierra y el acceso colectivo a los recursos. Empezaron a surgir con­flictos cuando los agricultores que deseaban meca­
nizar la producción de quinua intentaron colonizar las llanuras hasta entonces dedicadas a la cría de llamas y alpacas, o cuando antiguos migrantes hicieron valer sus derechos ancestrales sobre las tierras, o bien, cuando las familias decidieron ampliar sus áreas de cultivo y reducir el tiempo de barbecho.
Con el fin de facilitar la expresión de opiniones diversas, debatir los puntos conflictivos y encontrar soluciones de consenso, se inició una reflexión con los productores y actores del territorio (cooperati­vas, ONG, empresas privadas e instituciones públi­cas). Dicha reflexión contó con el acompañamiento de EQUECO, un programa de investigación-acción multidisciplinar (agrónomos, ecólogos, geó­grafos, sociólogos y economistas) en coordinación con AVSF (Agrónomos y Veterinarios Sin Fron­teras). Se organizaron talleres participativos para construir colectivamente una visión sostenible de la agricultura. Esta prospectiva territorial ha sacado a la luz las bases de las transformaciones actuales y una nueva organización del espacio entre zonas de producción, de servicios y de vivienda. Mediante juegos de roles, los actores escenificaron sus pro­blemas, individuales y colectivos, y debatieron acerca de los mismos: pluriactividad y sistemas de movilidad, normas de producción, ampliación de tierras cultivadas y patrimonio agrario familiar, etc. La construcción de esta prospectiva actuó como catalizador de las iniciativas hacia un proyecto compartido de territorio. Algunas prácticas anti­guas fueron adaptadas al nuevo sistema y se refor­zaron las instituciones que garantizan a los actores un mejor control de la cadena. De este modo, las comunidades y los agroecosistemas han fortalecido su capacidad de resiliencia.
Alternativa en un contexto adverso en el centro de Chile
La dinámica boliviana ha generado iniciativas orientadas a la exportación en el norte y centro de Chile. En el norte, el altiplano es la primera región productora de quinua en cuanto a superficie cul­tivada. El contexto social y ambiental es similar al del Altiplano Sur boliviano. Sin embargo, para exportar, las comunidades aymaras no se han organizado y siguen dependiendo de las coopera­tivas bolivianas. Para lograr desvincularse, la muni­cipalidad de Colchane (asociación Juira Marka) y la cooperativa QuinuaCoop promovieron sendas iniciativas para organizar a los productores. Pero estas iniciativas se articularon basándose en las buenas relaciones del alcalde o de un investigador con los líderes de tal o cual comunidad, lo que significaba la exclusión de las demás. Actualmente el altiplano chileno está poblado de pueblos fan­tasmas y los aymaras en búsqueda de empleo se ven marginados en los guetos de los suburbios de Iquique, la capital regional.
En cambio, en la Zona Centro de Chile, cono­cida por sus monocultivos de exportación, ha surgido una dinámica en un contexto adverso. La quinua es cultivada en el Secano Costero, la zona más pobre del país, en suelos pobres y degradados, por pequeños agricultores y, principalmente, para el consumo familiar o de proximidad. Con la intención de exportar, seis “grandes” productores de quinua crearon una empresa privada, Agrícola Las Nieves Ltda., sobre la base de la cooperativa Las Nieves. Esto hizo que pudieran acceder a fondos públicos para equipar una cadena de trans­formación y organizar la comercialización para la exportación. Los productores-accionistas (8-10 ha de promedio) fijaron un precio 1.5 veces superior al de los miembros de la vieja cooperativa (1-3 ha) y tres veces superior al de los pequeños producto­res aislados (1/4 a 1 ha); sin olvidar los dividendos. Además, para normalizar la producción, facilitar la mecanización y maximizar las ganancias, la empresa sólo distribuye una variedad, lo que fra­giliza la producción a medio plazo.
¿Cómo acompañar a los pequeños productores para superar esta situación en un contexto econó­mico neoliberal? Como un primer paso, los inves­tigadores del proyecto IMAS (véase el recuadro p. 4) se asociaron con los agentes sociales de la zona. Estos reunieron a los agricultores de todas las regiones productoras de quinua, del norte al sur de Chile, alrededor de un juego de roles. A raíz del diálogo abierto, se puso de manifiesto que algunas comunidades indígenas, igualmente desfavorecidas, seguían manteniendo fuertes lazos sociales y ponían en común sus esfuerzos. Los pequeños productores de la Zona Centro reaccionaron y, organizados en una asociación, decidieron estabi­lizar sus sistemas de producción hacia el mercado interior, especialmente el de Santiago, a 200 km de distancia, en vez de lanzarse directamente a la exportación. Asimismo, han puesto en marcha un planteamiento simplificado de autocertificación ecológica para la venta directa y la elaboración de unidades de transformación móviles.
Gracias a la implicación de las distintas cate­gorías de productores, actores locales (servicios descentralizados del Ministerio de Agricultura, colectividades locales, cooperativas), e investiga­dores del proyecto IMAS, el diálogo entablado permitió comprender los conflictos e identificar los resortes para el desarrollo local que permiten impulsar una alternativa al modelo de agro-exportación.
Coordinación territorial en torno a la quinua en zona mapuche
En el sur de Chile, la quinua, dawe en lengua mapu­che, es una planta secular conservada por las mujeres en sus huertos. Se sigue cultivando en asociación con cultivos hortícolas locales empleando técnicas agroecológicas tradicionales. Cada agricultora siem­bra un promedio de tres variedades, incluyendo algunas variedades raras como la quinua negra mapuche. Las curadoras (conservadoras de la biodi­versidad) se organizan en redes, promueven activa­mente las ferias de semillas locales, trafkintu, sensibilizan y transmiten a los más jóvenes sus cono­cimientos sobre la biología de las plantas, las prácti­cas semilleras y la importancia de mantener la diversidad varietal.
La ONG CET-SUR lleva más de quince años acompañando a los mapuches para identificar, reco­lectar y difundir las variedades locales, intercambiar conocimientos y técnicas y recuperar los usos tradi­cionales. CET-SUR ha elaborado, en colaboración con las comunidades, un protocolo de autocertifica­ción para circuitos cortos que garantiza la autentici­dad de la quinua mapuche en los mercados locales y regionales y entre los chefs de cocina. La asociación de los actores involucrados o interesados —produc­tores, comunidades mapuches, empleados munici­pales, operadores locales de turismo, investigadores, etc.—, establece una nueva gobernanza. El Centro de Innovación y Emprendimiento Mapuche (CIEM) avanza en esa dirección: su comité de orientación de proyectos asocia a las comunidades mapuches con la investigación y las ONG.
A pesar de este adelanto, el territorio mapuche, que se ha ido fragmentando a lo largo de conflictos con el gobierno central, no logra construir una visión compartida de su futuro. El proyecto IMAS inter­vino en apoyo al CET-SUR para reflexionar sobre el asunto. De esta reflexión llevada a cabo con los mapuches, se desprende que la construcción del territorio debe sustentarse en los valores sociales (ayuda mutua, trueque...), culturales (cosmogonía, ritos, cocina...) y agronómicos (adaptación de varie­dades, asociación de especies en las rotaciones, con­trol biológico, manejo de la fertilidad...); unos valores incluidos en las prácticas agroecológicas mapuches. Para mantener viva esta comunidad de prácticas, el CET-SUR organiza retornos de experiencia, así como experimentos en medios campesinos y la puesta en común de los servicios (formación, trans­formación y comercialización) en torno a la quinua. El hecho de integrar la diversidad de acciones loca­les permite reforzar su complementariedad.
El acompañamiento, inicialmente de carácter técnico-económico, se orientó al reconocimiento de un producto marcado por la identidad mapuche y las prácticas asociadas, para dirigirse después hacia el intercambio de conocimientos, priorizando una gobernanza que asocie a los distintos actores.
La quinua, una planta modélica
El boom de la quinua en los países andinos per­mite analizar en tiempo real las dinámicas terri­toriales. Del análisis comparativo aquí presentado se pueden extraer muchas lecciones acerca del impacto que puede tener una cadena productiva en el desarrollo de un territorio marginalizado. Se demuestra la viabilidad de la utilización de méto­dos de producción orgánicos, o basados en la agroecología, no sólo hacia la exportación, sino también para el mercado interior. La cadena puede entonces actuar como acicate para impulsar nuevas relaciones entre las agriculturas familiares y los mercados que salgan del modelo convencional de agroexportación. La acción colectiva permite superar la escala de la explotación agrícola para pensar en cómo integrar las innovaciones agríco las en el territorio e imaginar un vínculo renovado entre agricultura y sociedad. La reflexión acerca de la organización espacial de la producción influye en el futuro del territorio. Una lectura compartida de los problemas y el acompaña­miento de los actores locales en la construcción de un proyecto de territorio son elementos clave para lograr el éxito. Su consecución puede facilitarse con un mediador —procedente de alguna organi­zación local, ONG u organismo de investiga­ción— que ayude a formular nuevas ideas y ponerlas a prueba para, seguidamente, analizar su impacto en el desarrollo del territorio. Otra de las enseñanzas fue que la gobernanza territorial debe tener en cuenta la gobernanza de la cadena pro­ductiva.
Ahora bien, más allá de las posibilidades que brinda la cadena de la quinua para el desarrollo territorial, se abre un interrogante con la ampliación del cultivo fuera de los países andinos que promueve el Año Internacional de la Quinua. Este cultivo menor puede convertirse en un cultivo amplia­mente difundido, ¿cómo garantizar una remunera­ción “justa y equitativa”, según los términos del Protocolo de Nagoya, para los agricultores de los países andinos por la selección realizada durante generaciones?

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Este número de Perspective se basa en los resultados del proyecto IMAS –Impacto del Modo de Acceso a las Semillas sobre la dinámica de la diversidad genética en agricultura– (ANR/AAP-Biodiversité 2007). Este proyecto, coordinado por el CIRAD (Didier Bazile), reunió a un gran número de equipos franceses (CIRAD, INRA, IRD, Universidad de Grenoble) y chilenos (UNAP, CEAZA, PUCV, UCM, UFRO, CETSUR, organizaciones campesi­nas, comunidades indígenas y ONG). El proyecto se enriqueció gracias a los continuos intercambios con el proyecto ADD-EQUECO, coordinado por Thierry Winkel (IRD), que estudiaba la sostenibili­dad de los sistemas agrarios en el sur del altiplano boliviano a raíz de la emergencia de la quinua en el comercio mundial.
Publicaciones para consultar:
• Bazile D., Martinez E.A., Hocdé H., Chia E., 2012. Primer encuentro nacional de productores de quinoa de Chile: Una experiencia participativa del proyecto internacional IMAS a través de una pros­pectiva por escenarios usando una metodología de «juego de roles». Tierra Adentro (Chile) (97): 48-54. www.inia.cl/wp-content/uploads/revista_tierra_adentro/TA97.pdf
• Fuentes F. F., Bazile D., Bhargava A. et Martinez E. A., 2012. Implications of farmers’ seed exchanges for on-farm conservation of quinoa, as revealed by its genetic diversity in Chile. The Journal of Agri­cultural Science, 150 (6):702-716. http://dx.doi.org/10.1017/S0021859612000056
• Chia E., Hocdé H., Alfonso D., Bazile D., Nuñez L., Martinez E.A., 2009. Gouvernance de la biodi­versité du quinoa au Chili. Entre logique de marché et logique domestique. In : Colloque international Localiser les produits : une voie durable au service de la diversité naturelle et culturelle des Suds ?, 9-11 juin 2009, Paris, France. 10 p. www.mnhn.fr/colloque/localiserlesproduits/11_Paper_CHIA_E.pdf
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PARA MÁS INFORMACIÓN
Del Castillo C., Mahy G., Winkel T., 2008. La quinoa en Bolivie : une culture ancestrale devenue culture de rente « bio-équitable ». Biotechnol. Agron. Soc. Environ, 12(4), 421-435.
PROINPA, 2011. Quinoa, an ancient crop to contribute to world food security. FAO-RLC, Santiago du Chili. www.fao.org/alc/file/media/pubs/2011/cultivo_quinua_en.pdf
Schlick G. & Bubenheim D.L., 1993. Quinoa: An Emerging “New” Crop with Potential for CELSS, NASA Technical paper 3422, 9 p.
Vieira Pak Manuela, 2012. Le boom de la quinoa dans l’Altiplano Sud de la Bolivie : bouleversement du système agraire, discours et tensions socio-environnementales. Thèse de doctorat Agro-ParisTech. École doctorale ABIES, spécialité Sciences de l’environnement.
Winkel T. et al., 2012. The sustainability of quinoa production in Southern Bolivia: from misrepresentations to questionable solutions. Comments on Jacobsen (2011, J.Agron.Crop.Sci. 197:390-399). J.Agron.Crop.Sci. 198(4): 314-319.
Unas palabras sobre el Autor
Didier Bazile es doctor en Geografía e investigador en Agroecología en el CIRAD, UPR Green (Gestion des ressources renouvelables et environnement, www.cirad.fr/ur/green). Es especialista de la conservación in situ de la biodiversidad agrícola con comunidades de agricultores.
Entre 2001 y 2008 trabajó sobre la biodiversidad de las variedades de sorgo en Mali y en Burkina Faso. Posteriormente desarrolló el proyecto IMAS (ANR-AAP-Biodiversité, http://imas.agropolis.fr/, www.quinoa-chile.cl/), que coordinó de 2008 a 2012. Durante este período ocupó un puesto de profesor invitado en el Instituto de Geografía de la PUCV (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile).
Actualmente es miembro del Comité Internacional de Coordinación del Año Internacional de la Quinua ante la FAO.
didier.bazile@cirad.fr

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Con Perspective, el CIRAD propone un espacio de expresión a nuevas vías de reflexión y acción basadas en trabajos de investigación y en conocimientos especializados, sin que ello refleje una posición institucional.

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Director: Patrick Caron, Director General encargado de Investigación y Estrategia
Coordinación: Corinne Cohen, Servicio de Información Científica y Técnica
Traducción: Luis Carvajal
Diseño y Diagramación: Patricia Doucet, Servicio de Comunicación
Difusión: Christiane Jacquet, Servicio de Comunicación
Correo-e: perspective@cirad.fr


Puede descargar los distintos números de Perspective de la  página web: http://www.cirad.fr/publications-ressources/science-pour-tous/%28type%29/perspective-policy-brief

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